Los incendios en Los Ángeles han reavivado un debate histórico: ¿es seguro construir casas con madera? Las llamas que arrasaron múltiples zonas residenciales a comienzos de 2025 pusieron en evidencia la vulnerabilidad de miles de viviendas ante el fuego, especialmente aquellas construidas con estructuras de madera. Sin embargo, reducir el problema a una simple cuestión de materiales sería simplificar en exceso una realidad compleja. ¿Por qué Estados Unidos, una de las economías más avanzadas del mundo, continúa construyendo con madera y no con ladrillo como en muchos países europeos?
La respuesta es una mezcla de historia, disponibilidad de recursos, cultura y factores económicos. Y, aunque la madera arde más fácilmente que el ladrillo o el hormigón, su uso sigue siendo mayoritario en todo el país.
Una tradición que nació con la historia del país
Desde la llegada de los primeros colonos europeos, la madera fue el principal recurso utilizado para levantar viviendas. Era abundante, accesible y permitía una construcción rápida en un territorio vasto y sin infraestructura consolidada. A diferencia de Europa, donde las ciudades se fueron desarrollando alrededor de estructuras de piedra o ladrillo, Estados Unidos priorizó la expansión rápida, y la madera facilitó este proceso.
El modelo se consolidó con el paso de los siglos y, aún hoy, muchas zonas suburbanas y rurales mantienen este tipo de arquitectura, que ha demostrado ser flexible, económica y adecuada para un país de gran movilidad geográfica.

Recursos naturales y logística favorable
Estados Unidos es uno de los países con mayor superficie forestal del planeta. Aunque alrededor del 13% del territorio está protegido, la industria maderera sigue siendo una de las más potentes del mundo. La abundancia de madera reduce significativamente los costos de construcción, lo que ha hecho que su uso continúe siendo más rentable que alternativas como el ladrillo, que requiere una cadena de suministro más compleja y costosa.
Además, la madera es un material ligero y fácil de transportar, lo cual agiliza los procesos constructivos en zonas alejadas de los grandes centros urbanos.
Dinamismo social y construcción personalizada
Otro factor importante es el estilo de vida estadounidense. En promedio, una persona puede llegar a mudarse entre cuatro y seis veces a lo largo de su vida. Este constante movimiento ha propiciado la necesidad de viviendas de rápida construcción y bajo costo. Las casas de madera cumplen perfectamente con esos requerimientos, y permiten además una personalización arquitectónica muy valorada en el mercado inmobiliario estadounidense: muchas familias diseñan su hogar sobre plano y lo construyen de forma modular o por partes.
Este sistema también necesita menos mano de obra especializada, lo que reduce aún más los costes y los tiempos de ejecución.
Cuestiones fiscales y estructurales
Vivir en una casa de madera también tiene implicaciones fiscales. Dado que estas construcciones suelen tener un menor valor catastral que las de ladrillo, los propietarios pagan menos impuestos. La menor durabilidad y resistencia estructural de la madera frente al cemento justifica esta diferencia en los tributos, lo que la hace aún más atractiva para ciertos sectores de la población.
Además, muchas viviendas de madera cuentan con un sótano o base de ladrillo o cemento que actúa como refugio ante catástrofes naturales como tornados o incendios. Este diseño híbrido responde a criterios de seguridad, pero también de aprovechamiento del espacio, al sumar metros habitables o áreas de almacenamiento.
¿La madera es un problema en caso de incendio?
Con cada incendio de gran magnitud, la polémica vuelve: ¿es la madera una amenaza? La realidad es que, aunque este material sea inflamable, no es necesariamente el causante de las catástrofes. Joaquín Ramírez, experto español y responsable de la empresa Technosylva que colabora con el Gobierno de California, explica: “Una construcción de madera puede ser segura. Lo que no es seguro es el tipo de estructuras de madera que abundaban entre los años 40 y 60, que son las que más han ardido en los incendios recientes”.
Ramírez asegura que desde 2007, los tratamientos ignífugos y las normativas de construcción han mejorado significativamente, permitiendo que muchas viviendas actuales sean igual de seguras que las construidas con otros materiales. El verdadero problema es el envejecimiento del parque habitacional y la falta de renovación en algunas zonas vulnerables.
¿El modelo está en revisión?
Tras los incendios, se abre el debate sobre el futuro de la construcción en madera. Aunque sigue siendo dominante por sus múltiples ventajas, cada vez más voces apuntan a la necesidad de actualizar los estándares y reforzar la normativa en zonas de alto riesgo climático. El modelo, según los expertos, no debe ser descartado, sino adaptado a los nuevos desafíos medioambientales y sociales.
En conclusión, la madera ha sido durante siglos una aliada del crecimiento urbano en Estados Unidos. Su futuro, sin embargo, dependerá de su capacidad de transformación y adaptación ante un clima cambiante y una creciente conciencia sobre la seguridad y sostenibilidad de las viviendas.
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