En un contexto de creciente demanda de infraestructura en el país, la Corporación Forestal de Neuquén (Corfone) desarrolló un sistema de construcción basado en bloques de madera encastrada (BME). Este sistema, que encontró aplicaciones en viviendas, escuelas, hosterías y salones de usos múltiples, está demostrando ser una alternativa eficiente y sustentable.
Los bloques de madera encastrada se ensamblan mediante listones, tarugos de madera y clavos metálicos, lo que genera una estructura resistente y duradera. Además, las juntas elásticas selladas evitan filtraciones de aire y la entrada de agentes biológicos, garantizando la calidad y la longevidad de las edificaciones. La rapidez y eficiencia del montaje convierten al sistema BME en una opción ideal para responder a la crisis habitacional y de infraestructura que atraviesa la provincia.

El aprovechamiento de los bosques implantados hace décadas para crear un método de construcción innovador subraya la importancia de la planificación a largo plazo. Este enfoque no solo resuelve problemas actuales, sino que también allana el camino para futuras iniciativas en el país.
La madera, como material principal del sistema BME, ofrece ventajas ambientales al ser renovable y contribuir a la mitigación del cambio climático. Además, este sistema fomenta la economía local al generar empleo tanto en la producción de bloques como en la construcción de las edificaciones.
El potencial del sistema BME no se limita a Neuquén. Su replicación en otras provincias argentinas podría fortalecer la industria forestal, promover la sustentabilidad y brindar respuestas efectivas a la crisis habitacional en diversas regiones.
Déficit habitacional en Argentina
El déficit habitacional en Argentina es una problemática que se arrastra desde hace años y afecta a millones de personas. Según datos de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), el país enfrenta un déficit de 3,24 millones de viviendas, cifra que incluye tanto la falta de hogares como aquellos en condiciones precarias o sin servicios básicos.
A esta situación se suma el fenómeno creciente de la inquilinización. Cada vez más argentinos, especialmente jóvenes, se ven obligados a alquilar en condiciones desfavorables o a continuar viviendo con sus padres debido a la imposibilidad de acceder a una vivienda propia. Según el último Censo de población y vivienda de 2022, solo el 65% de la población es propietaria de su hogar, un descenso significativo en comparación con el 75% registrado en 2010.

La presión sobre el mercado de alquileres es un reflejo del complejo panorama habitacional. Según datos de la Fundación Tejido Urbano, en Argentina hay una inquilinización muy fuerte. Cuatro de cada diez jóvenes viven con sus padres porque no pueden alquilar, mientras que un 15% de los adultos alquilan, y este número sigue en ascenso.
En la Ciudad de Buenos Aires, donde solo el 50% de la población tiene una vivienda propia, los alquileres absorben hasta el 40% de los ingresos de la clase media y media baja. En barrios populares y asentamientos, la situación es aún más crítica ya que los alquileres en villas están desregulados, lo que genera precios más altos en comparación con la ciudad formal. En muchos casos, el alquiler representa más del 50% de los ingresos familiares. Esta situación no es ajena a las provincias que registran cifras similares.