Tras varios meses de caídas acumuladas, el sector de la construcción volvió a mostrar señales positivas con un marcado repunte en la venta de insumos. El crecimiento mensual registrado en junio sugiere una mejora en la actividad, impulsada fundamentalmente por proyectos residenciales privados. Aunque el contexto económico general continúa siendo frágil y la incertidumbre macroeconómica sigue condicionando las decisiones de inversión, los indicadores de la primera mitad del año permiten esbozar una tendencia de recuperación gradual pero consistente.
El dato más relevante proviene del Índice Construya (IC), una medición que agrupa los volúmenes vendidos de productos fundamentales para la obra privada. En junio, este indicador mostró una recuperación mensual del 15,5%, revirtiendo el retroceso registrado en mayo y consolidando una tendencia ascendente en comparación con el mismo período del año pasado. En la comparación interanual, el crecimiento alcanzó el 14,4%, lo que refuerza la percepción de una mejora en la demanda de materiales. En lo que va del año, el acumulado enero-junio presenta una suba del 11,1% respecto del mismo semestre de 2024.
Esta evolución sugiere que, más allá de las tensiones económicas generales, el sector privado comienza a dinamizar la actividad constructiva, especialmente en proyectos residenciales de pequeña y mediana escala. Esta dinámica responde a múltiples factores, entre ellos, el interés de particulares en resguardar capital en bienes durables, la búsqueda de viviendas como inversión ante la incertidumbre financiera, y la existencia de oportunidades en determinados segmentos del mercado inmobiliario.
Un crecimiento concentrado en el sector residencial
La reactivación de la demanda de insumos para la construcción está estrechamente ligada al desempeño del mercado residencial, que tradicionalmente actúa como motor del sector. Durante los últimos meses, a pesar de un contexto económico adverso y de la retracción de la obra pública, los proyectos residenciales privados comenzaron a ganar protagonismo, en parte por su mayor flexibilidad, su escala más reducida y la posibilidad de avanzar por etapas.
Este fenómeno se tradujo en un aumento en la demanda de materiales específicos asociados a obras nuevas, remodelaciones o ampliaciones. El Índice Construya, que recopila información de empresas proveedoras de insumos clave, registró mejoras significativas en categorías como ladrillos cerámicos, cemento portland, cal, carpintería de aluminio, griferías, pisos y revestimientos cerámicos, entre otros. Este repunte no solo indica un mayor nivel de actividad, sino también una recuperación de la confianza en el sector privado.
En paralelo, la estabilidad de precios de algunos materiales durante los primeros meses del año también pudo haber incentivado el aprovisionamiento, ya sea para proyectos en ejecución como para aquellos en planificación. Aunque los costos aún muestran variaciones mensuales, las tasas de aumento se han moderado, lo que contribuye a mejorar la previsibilidad para quienes toman decisiones de inversión.

El costo de construir sigue en alza, pero con menor intensidad
La recuperación de la demanda convive con un escenario de aumento en los costos de construcción, aunque con una dinámica más contenida en comparación con los niveles de inflación de años anteriores. De acuerdo con el Índice del Costo de la Construcción (ICC) elaborado por el Indec, en mayo se verificó un incremento del 3,1% respecto del mes anterior. La suba fue impulsada principalmente por el componente de Mano de Obra, que se encareció 5,9% en el mes, reflejando ajustes salariales pactados en las paritarias del sector.
Este aumento en los costos laborales, que representa una parte significativa del total, responde a la necesidad de recomposición salarial en un contexto de alta inflación acumulada. Sin embargo, la presión sobre los costos no provino solo de este rubro: los gastos generales crecieron un 2% y los materiales mostraron una variación positiva de 0,5%, lo que indica cierta estabilidad en los precios de insumos físicos, aunque con diferencias importantes según el tipo de producto.
En términos interanuales, el costo de construir acumuló una suba del 33,5%, una cifra que, si bien continúa siendo elevada, muestra una desaceleración frente a los registros de 2023, cuando las variaciones mensuales solían superar los dos dígitos. En los primeros cinco meses de 2025, el incremento fue del 7,6%, lo que permite inferir un proceso de desaceleración inflacionaria que, de consolidarse, podría mejorar las condiciones para la planificación de obras a mediano plazo.
Entre los productos con mayores aumentos en mayo se destacaron los muebles de madera para cocina (2,8%), piezas de carpintería de madera (2,7%) y aberturas metálicas (2,7%). En contraste, algunas categorías registraron caídas, como pinturas y productos afines (-3,1%), aparatos de control eléctrico (-2,7%) y electrobombas (-1,7%). Estas variaciones heterogéneas reflejan dinámicas propias de cada segmento del mercado, en función de factores como el costo de los insumos importados, la estacionalidad de la demanda o el nivel de stock disponible.
Un escenario condicionado por la macroeconomía
A pesar de los datos alentadores de junio, las perspectivas para el sector de la construcción siguen estando condicionadas por el rumbo de la economía en su conjunto. La evolución de variables clave como la inflación, las tasas de interés, el tipo de cambio, el nivel de actividad económica general y la disponibilidad de crédito determinarán en buena medida la posibilidad de consolidar la recuperación observada en el primer semestre.
La falta de financiamiento hipotecario, tanto desde la banca pública como privada, sigue siendo uno de los principales obstáculos para el crecimiento sostenido del sector. Sin instrumentos de crédito accesibles y estables, el acceso a la vivienda continúa limitado a quienes cuentan con ahorros propios o ingresos altos. Esto restringe el universo de demanda potencial y limita las oportunidades de expansión del mercado.
Además, el proceso de ajuste fiscal encarado por el Gobierno nacional, con recortes en la inversión pública, ha tenido un fuerte impacto en el segmento de la obra pública. Muchos proyectos han sido suspendidos, ralentizados o directamente cancelados, lo que afecta negativamente a las empresas contratistas, proveedores y trabajadores vinculados a este tipo de obras. En este contexto, el empuje del sector privado cobra una importancia aún mayor para sostener el nivel de actividad.

El impacto de la obra pública y el nuevo esquema de gestión vial
En junio, durante la Convención Anual de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO), se volvió a poner de relieve la necesidad de reactivar la obra pública como motor del desarrollo y generador de empleo. El encuentro reunió a representantes de empresas, funcionarios y especialistas del sector, quienes debatieron sobre los desafíos actuales y las posibles estrategias para superar la crisis.
Uno de los temas centrales fue la redefinición del rol del Estado en la gestión de la infraestructura. El anuncio de que el Gobierno cederá la operación y el financiamiento de los corredores viales a privados fue interpretado como un cambio de paradigma en la ejecución de obras públicas. Esta decisión, si bien puede contribuir a reactivar ciertos proyectos, plantea interrogantes sobre el modelo de desarrollo y las garantías de acceso equitativo a la infraestructura.
En su balance semestral, la Cámara estimó que entre junio de 2023 y junio de 2024 la actividad constructora se contrajo un 35%, una caída significativa que da cuenta del impacto del ajuste fiscal y la paralización de obras. Desde mediados de 2024, sin embargo, se observa una relativa estabilización, especialmente en los segmentos vinculados a la obra privada. No obstante, el camino hacia una recuperación plena será lento y dependerá de múltiples factores.
Perspectivas para el segundo semestre
De cara al segundo semestre del año, el desempeño del sector estará fuertemente influido por la evolución de las variables macroeconómicas y la capacidad del Gobierno para consolidar un entorno de mayor previsibilidad. Si bien la moderación inflacionaria y la estabilidad cambiaria son condiciones necesarias, no son suficientes para garantizar una reactivación sólida.
El comportamiento del tipo de cambio, la recuperación del ingreso real, el acceso al crédito y el restablecimiento de la confianza de consumidores e inversores serán elementos clave para sostener la tendencia positiva que comenzó a vislumbrarse en junio. A esto se suma el papel de las provincias y los municipios, que podrían jugar un rol activo en la promoción de obras menores, mejoramiento urbano y construcción de viviendas sociales, en tanto dispongan de recursos y herramientas adecuadas.
En este escenario, la construcción privada —en especial la residencial— seguirá siendo el principal sostén del sector. La demanda de soluciones habitacionales, el interés por la inversión inmobiliaria y la necesidad de ampliar o mejorar viviendas existentes constituyen una base sólida para sostener el nivel de actividad, aunque limitada por el poder adquisitivo y las condiciones del mercado.
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