Pese a haber cerrado abril con una suba de más del 10% en la venta de insumos, el sector de la construcción en Argentina sigue atravesando una profunda transformación marcada por la retracción de la demanda, la suba de costos y una incertidumbre generalizada respecto al rumbo económico del país. Los datos más recientes del Índice Construya y un informe elaborado por el Grupo Construya con más de 500 actores del ecosistema constructivo dan cuenta de un momento complejo: aunque algunos indicadores mejoran, la mayoría de los protagonistas del sector ha experimentado una fuerte caída en su nivel de actividad durante el último año.
Según el estudio, el 69% de los profesionales del rubro relevados a nivel nacional indicaron haber tenido una disminución de su actividad en los últimos doce meses, y en muchos casos esa caída fue superior al 20%. Apenas un 15% reportó un aumento, mientras que otro 16% logró sostenerse sin variaciones significativas. A pesar de este contexto adverso, las expectativas para el futuro inmediato se tornan ligeramente más favorables: el 47% de los encuestados espera una mejora en su actividad durante los próximos doce meses, lo que representa un incremento de cuatro puntos porcentuales respecto a la medición anterior.
Expectativas moderadas y realidades dispares
El informe, que incluye respuestas de arquitectos, ingenieros, constructores, desarrolladores, distribuidores, inmobiliarias y maestros mayores de obra (MMO), permite desagregar los efectos del actual escenario macroeconómico según el rol que cada actor ocupa en la cadena de valor de la construcción. Así, mientras las inmobiliarias se presentan como el eslabón más optimista —con el 50% de los representantes del sector señalando un crecimiento en sus operaciones—, los MMO fueron los más golpeados: el 83% declaró haber tenido una caída en su actividad durante el último año.
Esta asimetría se ve también a nivel regional. La Patagonia y el Nordeste Argentino (NEA) mostraron un comportamiento más resiliente, con mejores perspectivas de recuperación. En contrapartida, regiones como el NOA y parte del Área Metropolitana de Buenos Aires registraron las caídas más severas.
La fotografía general, sin embargo, está marcada por la incertidumbre. Las causas de la caída de la actividad están directamente relacionadas con las condiciones macroeconómicas: el encarecimiento de los materiales, la retracción de la demanda y la volatilidad del tipo de cambio. En ese sentido, el 23% de los encuestados indicó que el mayor obstáculo en el presente es el costo de construcción, seguido por la baja demanda del mercado (15%) y la incertidumbre cambiaria (13%).
Los motores que aún sostienen al sector
A pesar del freno generalizado, hay factores que continúan dando impulso a ciertos segmentos del mercado. La construcción como refugio de valor se mantiene como el principal motor, según el 21% de los encuestados. En contextos de alta inflación e inestabilidad financiera, la inversión en ladrillos sigue siendo una de las formas más tradicionales y seguras de preservar el valor de los ahorros, especialmente en proyectos de escala media y pequeña.
“El ladrillo sigue siendo un seguro frente a la incertidumbre”, sostiene el informe, que resalta cómo esta percepción se mantiene vigente entre arquitectos, desarrolladores, distribuidores de materiales y MMO. A ello se suma una mejora incipiente en la actividad económica que, aunque leve, fue destacada por el 19% de los encuestados como un factor positivo.
Otra fuente de dinamismo es el crecimiento de las obras privadas —particularmente nuevas construcciones medianas y pequeñas, así como ampliaciones y refacciones— que fueron mencionadas como las principales impulsoras del sector por el 46% y el 38% de los participantes, respectivamente. Las obras públicas, en cambio, representan apenas un 3% de la actividad, lo que marca una fuerte retracción de la inversión estatal en infraestructura, uno de los pilares históricos de la construcción en Argentina.

Blanqueo, crédito y herramientas fiscales: poco impacto
En el contexto actual, el gobierno ha intentado reactivar el sector mediante medidas fiscales como el blanqueo de capitales para inversión en construcción, que permite canalizar fondos no declarados hacia proyectos inmobiliarios sin sanciones impositivas. Sin embargo, según el relevamiento del Grupo Construya, esta herramienta no ha tenido un efecto significativo: solo el 11% de los encuestados la identificó como un facilitador real de la actividad.
Lo mismo ocurre con la disponibilidad de financiamiento, que si bien fue valorada como una condición favorable por el 10% de los consultados —en particular entre inmobiliarias—, sigue siendo una barrera de acceso para muchos actores del mercado. La baja oferta de crédito hipotecario, las altas tasas de interés y los requisitos restrictivos continúan limitando la capacidad de las familias para acceder a una vivienda propia mediante el sistema financiero.
“Se necesitan políticas públicas más activas y sostenidas en el tiempo para que estas herramientas tengan un impacto real en la actividad”, señala uno de los párrafos del informe.
Un sector profundamente desigual
El estudio también deja en evidencia una fuerte desigualdad en el impacto de la crisis dentro del propio sector. Además de las inmobiliarias, que lograron captar inversiones orientadas al resguardo de valor y nuevos formatos de comercialización, los desarrolladores privados mostraron una leve mejora en sus expectativas a futuro, especialmente aquellos con proyectos en zonas de alto valor o con financiamiento asegurado.
En cambio, los MMO —profesionales que suelen trabajar en el diseño y supervisión de obras pequeñas y medianas, especialmente en zonas suburbanas y del interior— fueron los más perjudicados. La contracción de la demanda, el aumento del costo de los materiales y la informalidad creciente golpearon de lleno a este eslabón fundamental en la ejecución de obras, generando un descenso drástico en sus niveles de actividad.
“No hay margen para trabajar, y los presupuestos quedan desactualizados en cuestión de semanas”, relató uno de los encuestados en el NEA. “Hay muchos colegas que han tenido que dejar el rubro por completo”.
Perspectivas: luces tenues al final del túnel
Frente a este panorama complejo, la expectativa de que el 47% de los encuestados cree que la actividad mejorará en los próximos doce meses puede parecer poco significativa. Sin embargo, representa una leve inflexión en la curva descendente, que hasta hace unos meses se proyectaba sin señales de recuperación. El repunte en las ventas de insumos durante tres meses consecutivos —con una mejora de 10,44% en abril respecto de marzo— alimenta la esperanza de que lo peor podría haber quedado atrás.
En paralelo, actores del sector destacan la necesidad de consensuar políticas estables a largo plazo para lograr una recuperación sostenida. “El país necesita reglas de juego claras, seguridad jurídica y previsibilidad para que la construcción vuelva a ser el motor que históricamente ha sido para la economía argentina”, afirman desde cámaras empresariales.
Además, sectores como la vivienda social, el crédito hipotecario accesible y la promoción de obra pública con impacto territorial podrían contribuir no solo a dinamizar la actividad, sino también a generar empleo genuino y de calidad, en un contexto donde la desocupación en el rubro —según estimaciones privadas— ha alcanzado niveles alarmantes.
La necesidad de un nuevo contrato sectorial
Una conclusión que se desprende del estudio del Grupo Construya es que la recuperación de la construcción en Argentina no dependerá únicamente del rebote económico general, sino de la capacidad del sector público y privado de reconstruir un marco de confianza. En un país donde la inestabilidad macroeconómica y las sucesivas crisis han deteriorado las cadenas de pago, los ciclos de inversión y la continuidad de los proyectos, el desafío es mayúsculo.
“Necesitamos un nuevo contrato sectorial”, afirman desde distintos colegios profesionales y cámaras empresarias, que piden un mayor protagonismo del Estado para garantizar acceso al suelo urbano, financiamiento y herramientas de planificación estratégica. “Si no se garantiza una participación articulada entre todos los actores, el rebote será para unos pocos, y la desigualdad en el sector continuará profundizándose”.
En ese sentido, también hay iniciativas legislativas que comienzan a abrir el debate sobre cómo garantizar derechos a quienes se involucran en procesos de autoconstrucción o adquieren viviendas en pozo, como el reciente proyecto presentado en Diputados para regular el mercado de preventa inmobiliaria.

Señales de vida en un sector vital
El sector de la construcción es uno de los más relevantes de la economía argentina por su capacidad para generar empleo, movilizar inversiones y dinamizar múltiples actividades asociadas. El relevamiento de Grupo Construya permite ver que, aunque todavía dominado por una lógica de crisis, comienzan a surgir algunos signos alentadores.
La consolidación de la construcción como refugio de valor, el leve crecimiento de las obras privadas y el repunte en la venta de insumos marcan un posible punto de inflexión. Sin embargo, persisten barreras estructurales: altos costos, escasa financiación, informalidad laboral y falta de inversión pública.
En ese contexto, las expectativas de mejora, aunque moderadas, son una señal de que aún hay espacio para la esperanza. El ladrillo, una vez más, podría volver a ser símbolo de reconstrucción. Pero para eso, será imprescindible algo más que buena voluntad: harán falta reglas claras, políticas de Estado y una mirada integral del desarrollo urbano que contemple tanto al pequeño constructor como al gran inversor, al trabajador informal como al desarrollador inmobiliario.
Tal vez te interese leer: https://construmis.com.ar/proteccion-al-consumidor-inmobiliarios-en-pozo/