Actualmente la sostenibilidad, el diseño innovador y el contacto con la naturaleza se valoran cada vez más, es por eso que los domos geodésicos se posicionan como una opción arquitectónica en pleno auge. Estas estructuras semiesféricas, compuestas por una red de triángulos que distribuyen el peso de manera uniforme, están ganando terreno tanto en el ámbito del turismo alternativo como en el de la vivienda permanente. Con costos accesibles, una construcción rápida y versátil, y un bajo impacto ambiental, los domos se transformaron en una tendencia que seduce tanto a emprendedores turísticos como a quienes buscan habitar de forma distinta.
El concepto de domo geodésico fue popularizado por el arquitecto e inventor estadounidense Buckminster Fuller, fallecido en 1983, quien lo definió como una forma eficiente, resistente y sustentable de arquitectura modular. Su visión de una arquitectura liviana, funcional y adaptable a múltiples climas y terrenos hoy encuentra eco en proyectos alrededor del mundo.

Del camping de lujo a las viviendas ecológicas
Uno de los grandes impulsores de esta tendencia es el glamping —una combinación de «glamour» y «camping»—, que ofrece experiencias en plena naturaleza sin resignar el confort. Los domos son ideales para este tipo de turismo porque permiten instalarse en zonas alejadas, en contacto directo con el entorno, pero con la posibilidad de incluir comodidades como calefacción, baño privado y grandes ventanales para contemplar el paisaje.
En Argentina, esta modalidad crece en regiones como la Patagonia, Córdoba, Mendoza y el Norte argentino. Pero los domos ya no se limitan a lo turístico: cada vez más personas los eligen como viviendas alternativas. Las razones son múltiples: menor costo comparado con la construcción tradicional, rapidez en el montaje, estética diferenciada y una menor huella ecológica.
Según Joaquín Gracián, CEO de Domos Chajá, una empresa argentina especializada en este tipo de estructuras, «la demanda viene creciendo de manera sostenida tanto en el sector turístico como residencial. En muchos casos, se trata de personas que quieren una vivienda más consciente, más conectada con el entorno, y que al mismo tiempo tenga personalidad arquitectónica».
Cómo se construyen y qué materiales se utilizan
La construcción de un domo se basa en un principio simple pero ingenioso: una red de triángulos dispuestos de forma tal que generan una estructura autoportante y altamente resistente. Esta geometría permite cubrir grandes superficies sin columnas internas y con un uso eficiente de los materiales.
Los domos suelen montarse sobre plataformas de madera o cemento, y las estructuras pueden fabricarse en acero galvanizado, aluminio o madera. La cubierta, por su parte, puede estar compuesta por lonas técnicas de PVC, paneles de policarbonato, corcho impermeabilizante o materiales aislantes naturales, como la celulosa proyectada.
El tipo de material no solo influye en el costo, sino también en el uso previsto y el mantenimiento requerido. Por ejemplo, los domos de acero con lona técnica son muy utilizados en glampings debido a su fácil montaje y bajo mantenimiento, mientras que los domos de madera, más caros, son ideales para un uso residencial permanente, ya que pueden alcanzar niveles de aislamiento térmico y confort comparables a una vivienda tradicional.
El tiempo de construcción también varía: un domo pequeño para glamping puede estar listo en pocos días, mientras que uno de uso permanente, completamente equipado, puede tardar entre 20 y 30 días, dependiendo del nivel de terminaciones.

Cuánto cuesta construir un domo
En cuanto a los costos, los valores varían según los materiales, el tamaño y el nivel de personalización. Un domo básico de 6,5 metros de diámetro (unos 32 m²) cuesta en Argentina alrededor de u$s11.000 en su versión “llave en mano”, que incluye aislamiento interior y exterior, puerta, ventanas y piso.
Por otro lado, si se apunta a un domo de uso permanente fabricado en madera, los costos se elevan: el valor ronda los u$s950 por metro cuadrado. Es decir, una unidad de 30 m² puede costar alrededor de u$s28.500, mientras que una vivienda de 80 m² y dos plantas puede superar los u$s75.000. Estos precios resultan significativamente más bajos que una construcción tradicional con características equivalentes en aislación y diseño.
Además, el formato modular permite una escalabilidad sencilla: se puede comenzar con una estructura básica y luego anexar módulos adicionales con diferentes funciones (cocina, baño, dormitorio, estudio, etc.), lo que representa una gran ventaja para quienes desean expandir sus espacios en etapas.
Una tendencia con futuro
El auge de los domos responde a una confluencia de factores: conciencia ambiental, crisis habitacional, búsqueda de nuevas formas de turismo y una creciente revalorización del diseño arquitectónico que prioriza la funcionalidad sin renunciar al estilo. Además, la eficiencia estructural de los domos —que permite enfrentar vientos fuertes, sismos y climas extremos— los convierte en una opción resiliente ante los desafíos del cambio climático.
También están apareciendo emprendimientos productivos y educativos que adoptan estas estructuras: desde invernaderos y centros de meditación hasta aulas rurales y talleres artísticos. La versatilidad de los domos los convierte en una herramienta poderosa para pensar espacios que se adapten a las nuevas necesidades sociales y ambientales.
Con una inversión inicial relativamente baja, un impacto visual atractivo y un enfoque alineado con la sostenibilidad, los domos no solo están conquistando el paisaje turístico, sino también las decisiones de quienes buscan vivir distinto, más cerca de la naturaleza y en armonía con el entorno. Una arquitectura del futuro que, curiosamente, empezó a gestarse hace más de 70 años.

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