La industria de la construcción argentina se prepara para un cambio histórico en uno de sus insumos más tradicionales. A partir de julio de 2025, comenzará a implementarse en todo el país un nuevo formato de envase para el cemento embolsado: el paquete de 25 kilos. La medida representa una transformación profunda en las dinámicas logísticas, productivas y laborales del sector, que hasta ahora funcionaba mayoritariamente con bolsas de 50 kilos, vigentes desde hace décadas.
Este cambio forma parte de un proceso de reconversión impulsado por la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland (AFCP), que agrupa a las principales empresas productoras del país. El nuevo formato comenzará a comercializarse de forma progresiva y el tradicional de 50 kilos será retirado paulatinamente del mercado a medida que se agoten los stocks. La modificación no sólo implica un cambio estético o comercial, sino que responde a una nueva visión sobre la seguridad laboral, la eficiencia en las obras y la adaptación a estándares internacionales.

Una inversión de más de US$ 125 millones
Para adecuarse al nuevo formato de envasado, las empresas nucleadas en la AFCP realizaron una inversión superior a los 125 millones de dólares. Esta suma fue destinada a obras de adecuación y modernización en 13 plantas productivas distribuidas a lo largo del territorio nacional. Como resultado, se incorporaron 13 nuevas líneas para el envasado y palletizado de cemento, mientras que otras nueve fueron reacondicionadas para integrarse al nuevo proceso.
La ampliación de las instalaciones industriales sumó más de 20.000 metros cuadrados de superficie cubierta, con la instalación de más de 1.500 toneladas de estructuras metálicas y equipos complementarios. La transformación no sólo se dio en términos de infraestructura y maquinaria, sino que también implicó la creación de aproximadamente 1.000 nuevos puestos de trabajo, tanto temporarios como permanentes, durante la etapa de ejecución de las obras y la puesta en marcha del sistema.
Este proceso evidencia un fuerte compromiso del sector cementero con la modernización tecnológica, la adecuación a nuevos marcos regulatorios y la mejora de las condiciones de trabajo en la industria de la construcción.
Cambio normativo y adaptación al nuevo paradigma
La introducción del nuevo envase responde también a una exigencia normativa. A fines de 2024, la Secretaría de Comercio de la Nación prorrogó hasta julio de 2025 la aplicación de nuevas regulaciones en materia de presentación y etiquetado de productos para consumo masivo. Entre esas modificaciones, se establecieron parámetros más estrictos sobre las condiciones de transporte y manipulación de materiales envasados, que apuntan a reducir riesgos ergonómicos y laborales.
El cemento embolsado, por ser un producto de gran peso, estaba en el centro de estas observaciones. Las bolsas de 50 kilos generan históricamente numerosas lesiones musculares, especialmente en trabajadores de obras pequeñas o medianas donde las tareas de carga y descarga se realizan de forma manual. La nueva presentación de 25 kilos responde a la necesidad de reducir la exigencia física en el transporte de estos insumos y mejorar la seguridad y salud de los trabajadores.
Este tipo de envase ya es habitual en gran parte de Europa y Asia, y en algunos países sudamericanos. Argentina se convierte así en el tercer país de la región en adoptar este estándar, alineando sus prácticas a un paradigma global en términos de ergonomía, eficiencia logística y sostenibilidad en la industria.
Logística, almacenamiento y reducción de desperdicios
El nuevo formato no sólo representa beneficios para la salud laboral, sino también para la logística, el almacenamiento y la eficiencia operativa en las obras. Las bolsas de 25 kilos resultan más fáciles de transportar, manipular y almacenar, especialmente en construcciones de escala reducida como viviendas familiares, reformas, obras particulares o emprendimientos autoconstruidos, que representan un importante segmento del consumo nacional de cemento embolsado.
Además, se espera una disminución en el volumen de desperdicio. En obras pequeñas, donde el consumo por jornada es limitado, las bolsas de 50 kilos solían generar sobrantes que no podían ser reutilizados, afectando tanto la economía del consumidor como el impacto ambiental. Con envases más pequeños, es posible adaptar mejor las cantidades de cemento al volumen de trabajo diario y reducir el descarte.
Desde el punto de vista del transporte, el nuevo formato facilita el armado de pallets más equilibrados y seguros, permitiendo una mejor distribución de peso y mayor estabilidad durante el traslado. Esto se traduce en menores riesgos de accidentes durante la carga y descarga, así como en una reducción de costos logísticos vinculados a roturas, derrames o sobrepeso.

Más allá de las obras pequeñas: un cambio transversal
Aunque la medida beneficiará de manera inmediata a quienes trabajan en obras de pequeña escala, la industria sostiene que el cambio no está limitado a este segmento. El nuevo formato se aplicará a todas las líneas de productos embolsados, desde los cementos de uso general hasta los especializados en tareas de albañilería, revoques, estructuras y terminaciones. Esto incluye productos con aditivos, cementos blancos, de fraguado rápido o especiales para aplicaciones técnicas.
En grandes obras públicas o privadas, donde el consumo de cemento es muy alto, la tendencia es utilizar cemento a granel, que se transporta en camiones cisterna y se aplica mediante sistemas mecanizados. En estos casos, el cambio de formato no afecta directamente a los volúmenes principales de consumo. Sin embargo, sí puede influir en tareas complementarias o específicas dentro de esas mismas obras, donde se requiere cemento embolsado para usos puntuales o acabados.
Un sector que apuesta a la reconversión productiva
El lanzamiento del nuevo envase de cemento se enmarca en un proceso más amplio de reconversión de la industria. En los últimos años, las empresas cementeras en Argentina realizaron inversiones por más de 600 millones de dólares con el objetivo de aumentar su capacidad instalada, incorporar tecnología de última generación, optimizar procesos y prepararse para escenarios de mayor demanda a largo plazo.
Pese a un contexto económico desafiante, las expectativas del sector muestran signos de recuperación. Aunque las ventas de cemento todavía están por debajo de los niveles históricos, se observan mejoras interanuales respecto a 2024, un año particularmente complejo para la industria. En los primeros meses de 2025, el consumo de cemento mostró un repunte superior al 12%, impulsado por una leve reactivación de la obra privada y la normalización de algunos proyectos de infraestructura pública.
Las compañías productoras continúan apostando a una estrategia de largo plazo basada en la innovación, la mejora de estándares de calidad y el fortalecimiento de sus capacidades logísticas. El nuevo envase de 25 kilos representa no sólo un paso hacia una industria más segura y eficiente, sino también una señal de adaptación activa a un mercado cambiante y exigente.
Perspectivas y desafíos para la industria de la construcción
La implementación de este cambio estructural plantea, sin embargo, una serie de desafíos. Las adaptaciones en los puntos de venta, la logística de distribución, los hábitos de consumo y las prácticas de trabajo en obra requerirán de un período de ajuste. Será necesario capacitar a los trabajadores en el uso del nuevo formato, actualizar los sistemas de despacho en corralones y grandes centros de distribución, y generar campañas informativas para concientizar sobre los beneficios del nuevo envase.
Asimismo, habrá que monitorear los efectos sobre los precios finales al consumidor. Aunque el costo por kilogramo no debería variar significativamente, la presentación en bolsas más pequeñas podría inducir a cambios en la percepción del valor y en la estrategia comercial de las ferreterías y corralones.
Otro aspecto clave será evaluar el impacto ambiental. Si bien el nuevo formato reduce el desperdicio en obra y mejora la eficiencia en transporte, también implica un incremento en la cantidad de bolsas utilizadas. Esto exige una gestión adecuada de los residuos de envases, la promoción de materiales reciclables y una política clara de recuperación y disposición final responsable.
Por último, el desafío más importante será consolidar el cambio en toda la cadena de valor de la construcción. Desde el productor hasta el usuario final, todos los actores deberán integrar esta transformación en sus prácticas cotidianas para que el impacto positivo del nuevo formato se traduzca en mejoras reales en productividad, seguridad y sostenibilidad.

Un giro estratégico para el futuro
En resumen, la llegada del envase de cemento de 25 kilos a la Argentina representa mucho más que una innovación de producto. Se trata de un hito en la evolución de la industria cementera nacional, que apuesta por una modernización alineada con los estándares internacionales y enfocada en el bienestar de los trabajadores, la eficiencia logística y la competitividad del sector.
El éxito de esta iniciativa dependerá de su implementación efectiva, del compromiso de los distintos eslabones de la cadena de construcción y de la capacidad de la industria para seguir invirtiendo, innovando y adaptándose a los desafíos de un contexto económico y tecnológico en permanente transformación.
Si bien el camino hacia una industria más sustentable, eficiente y segura está en marcha, será fundamental sostener el esfuerzo con políticas públicas claras, incentivos a la inversión productiva y una visión compartida entre sector privado, organismos estatales y usuarios finales.
El nuevo formato de 25 kilos, entonces, no es sólo una decisión técnica o comercial: es el símbolo de un sector que entiende que para crecer, necesita cambiar. Una industria que busca reinventarse para construir, literalmente, un futuro más sólido.
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