Por Luciana Rodriguez
El empleo no registrado sigue creciendo en la Argentina, según un informe reciente del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). En los últimos cuatro años, el número de trabajadores informales aumentó en 568.000, lo que representa alrededor de un tercio más que los empleos formales, que sumaron 363.000 en el sector privado. En términos comparativos, por cada empleo registrado creado, se generaron 1,5 empleos informales, una tendencia que plantea serias preocupaciones tanto para la economía como para los derechos de los trabajadores.
Este fenómeno tuvo un impacto considerable en sectores clave como la construcción, el comercio y el servicio doméstico, donde los niveles de informalidad son alarmantes. En la construcción, por ejemplo, el 58,4% de los 946.000 trabajadores se encuentra en la informalidad, mientras que en el servicio doméstico, el 71,5% de las 1.673.000 personas empleadas, en su mayoría mujeres, no recibe aportes previsionales. Por su parte, en el sector agrícola, el 59,2% de los 853.000 trabajadores también trabaja sin registro formal.
La situación económica del país, marcada por una recesión que provocó una caída del 5,1% en el Producto Bruto Interno (PBI) durante el primer trimestre de 2024, agrava aún más esta problemática. Aunque la inflación ha mostrado una desaceleración, el desempleo sigue siendo alto, alcanzando el 7,7%. Este contexto no solo ha impactado en el mercado laboral, sino que ha aumentado la pobreza, que ya supera el 50%, y el 34,9% de los trabajadores vive por debajo de la línea de pobreza a pesar de tener empleo.
El crecimiento sostenido del empleo informal expone a millones de trabajadores a condiciones de vulnerabilidad, sin acceso a derechos básicos como la seguridad social y aportes jubilatorios. La tendencia, lejos de revertirse, parece consolidarse en un escenario donde las medidas económicas no logran frenar el avance de la precarización laboral.