Una estrategia en auge en el mercado inmobiliario argentino combina ojo clínico, reformas rápidas y venta con margen. El house flipping permite obtener rentabilidad en dólares con propiedades deterioradas y plazos de obra breves. Qué hay que mirar, cuánto cuesta remodelar y cómo minimizar los riesgos.
En medio de una lenta pero sostenida recuperación del mercado inmobiliario, una tendencia que ya tiene historia en Estados Unidos, Canadá y Europa comienza a ganar tracción también en Argentina. Se trata del house flipping, una modalidad de inversión que propone comprar propiedades deterioradas, renovarlas estratégicamente y venderlas con una ganancia que, bien ejecutada, puede alcanzar hasta el 40%.
Esta práctica —que en castellano podría traducirse como “dar vuelta una casa”— se apoya en una coyuntura favorable: precios en dólares deprimidos tras años de recesión, un alto stock de inmuebles en venta y la existencia de una masa de ahorros líquidos fuera del sistema bancario. Todo eso abre la puerta para una oportunidad de negocio concreta y tangible.
Comprar barato, reformar rápido, vender bien
“El house flipping consiste en comprar propiedades a bajo costo, refaccionarlas de manera rápida y revenderlas con un margen de ganancia en el corto o mediano plazo”, explicó Mariano García Malbrán, presidente de la Cámara de Empresas de Servicios Inmobiliarios (CAMESI). La estrategia, según detalló, se está consolidando en barrios porteños donde los valores comienzan a repuntar, como Villa Crespo, Colegiales, Almagro y Saavedra.
La clave está en la eficiencia. “Minimizar el tiempo de obra, evitar demoras por falta de insumos y lograr un resultado visual atractivo que revalorice la propiedad en el mercado”, indicó García Malbrán. Con el aumento sostenido en el costo de materiales —el hierro, las cerámicas y las pinturas acumulan subas superiores al 200% interanual, según datos del INDEC—, una ejecución rápida y sin contratiempos puede hacer la diferencia entre una operación rentable o una pérdida inesperada.
El plazo ideal para revender es dentro de los seis meses posteriores a la compra. De demorarse más de un año, el margen de ganancia tiende a reducirse significativamente.
Qué buscar y cómo hacerlo
La mayoría de las operaciones se concentra en unidades de hasta u$s100.000, donde hay mayor potencial de revalorización. Las propiedades más codiciadas son monoambientes, dos ambientes o PH, ubicados en zonas con buena conectividad. Y si bien el aspecto visual es importante, lo esencial es garantizar que todo funcione.
“Antes de pensar en estética, hay que revisar griferías, pérdidas de agua o gas, instalación eléctrica y estado de aberturas”, afirmó la arquitecta Gabriela Correa, especialista en remodelaciones. Solo después de resolver esos aspectos conviene avanzar con pintura, mobiliario y detalles que generan impacto visual.
Cocinas y baños son los ambientes que más potencian el valor final de la vivienda. Según Correa, “con detalles simples, cambios puntuales y tecnología accesible, se logra un lugar habitable, con buen gusto y calidez”. El costo promedio de una refacción media ronda los u$s1.200 por metro cuadrado, aunque puede variar según los materiales y la mano de obra.
La iluminación y la paleta de colores también juegan un papel clave. “La lectura del conjunto es lo que enamora al comprador”, señaló Correa. Documentar el proceso de transformación, con fotos del antes y el después, suele aumentar el valor percibido del producto final.
Estrategias legales y fiscales
Un aspecto a tener en cuenta son los costos legales de la doble escrituración. Para quienes buscan maximizar la rentabilidad, existen alternativas como el boleto con poder irrevocable de venta o la compra mediante una sociedad vehículo, que permiten ahorrar impuestos y gastos notariales.
“Se debe actuar con rigurosidad documental y asesoramiento legal de confianza”, advirtió García Malbrán. En operaciones complejas —por ejemplo, inmuebles con titularidad compartida—, es indispensable el asentimiento conyugal y la intervención de un escribano experimentado.
Un modelo que crece
La tendencia no se limita a la Ciudad de Buenos Aires. También se observa en municipios del conurbano y otras capitales provinciales, donde el valor del metro cuadrado todavía está por debajo del promedio histórico. Allí, la compra de inmuebles deteriorados representa una alternativa competitiva frente a la obra nueva, con plazos más breves y productos listos para habitar.
Incluso, algunas operaciones se desarrollan bajo esquemas de inversión compartida. “Dos o más compradores se asocian, dividen los costos de la obra y reparten la ganancia al momento de la reventa”, explicó García Malbrán. Esto permite acceder a propiedades mejor ubicadas, diversificar riesgos y agilizar los tiempos del proceso.
Una inversión con sentido
Para quienes venden, el house flipping representa una forma activa de generar rentabilidad en un mercado que se mueve con cautela pero en recuperación. Para quienes compran, ofrece la posibilidad de acceder a propiedades recicladas, sin el costo ni el riesgo de encarar una obra propia.
“El éxito está más vinculado a la eficiencia y el criterio comercial que al lujo”, concluyó Gabriela Correa. Y agregó una advertencia clave para quienes se inician: “No hay que apurarse. Detectar vicios ocultos a tiempo puede ahorrar dolores de cabeza. La planificación es tan importante como la ejecución”.
En tiempos de cautela financiera y búsqueda de oportunidades concretas, el house flipping se consolida como una estrategia que combina inversión, diseño y visión comercial. Comprar feo para vender lindo no solo es posible, sino que puede ser muy rentable.