La industria de la construcción, históricamente un termómetro del dinamismo económico nacional, atraviesa un momento de profunda contracción. Según la 26ª edición del Estudio de Opinión Construya (EOC), casi siete de cada diez empresarios del sector afirman que su nivel de actividad se redujo en comparación con el año anterior. Los datos surgen de un sondeo con cobertura en todo el país, realizado entre el 31 de marzo y el 25 de abril, y ofrecen un diagnóstico certero: la construcción atraviesa una tormenta que combina altos costos, baja demanda, dificultades financieras e incertidumbre macroeconómica.
Un panorama de caída generalizada
El EOC, desarrollado por el Grupo Construya —una asociación civil que agrupa a empresas líderes de materiales de construcción—, encuestó a 506 profesionales de diferentes eslabones de la cadena de valor en todo el país. El resultado es contundente: el 69% de los encuestados reportó una disminución de su nivel de actividad interanual, una tendencia que se mantuvo en todas las regiones del país, desde la Patagonia hasta el Noroeste.
En la Región Buenos Aires, que concentra una proporción significativa de la actividad constructiva nacional, los números no difieren. Allí también, el 69% de los participantes afirmó haber experimentado una caída. Sólo un 17% logró mantener los niveles de actividad del año pasado, y apenas un 14% reportó una mejora.
“Es el peor primer cuatrimestre que tuvimos en una década”, señaló a este medio Alejandro Tevez, socio gerente de una firma constructora mediana con obras en la zona norte del conurbano bonaerense. “Hay proyectos que quedaron congelados, desarrolladores que frenaron nuevas etapas, y familias que ni se plantean hacer refacciones por los precios de los materiales y la inestabilidad del dólar”, lamentó.
Caídas de magnitud: más del 20% en la mayoría
No sólo se contrajo el volumen de obras, sino también la intensidad de esa caída. La mayoría de quienes declararon haber sufrido una baja, afirmaron que esta superó el 20%. Otro grupo relevante la estimó entre el 10% y el 20%. Por el contrario, entre quienes reportaron mejoras —una minoría—, las subas no alcanzaron el 10% anual en su mayoría.
La caída se refleja en todos los segmentos: desde grandes obras públicas paralizadas por falta de fondos, hasta pequeños emprendimientos inmobiliarios que ven demorada su ejecución por falta de compradores o insumos. “En mi estudio hacemos dirección de obra y proyecto. Desde diciembre, sólo trabajamos en ajustes presupuestarios para que los clientes no desistan de construir”, explicó Carolina Belmonte, arquitecta especializada en vivienda unifamiliar.

Factores críticos: costos, demanda e incertidumbre
El estudio relevó también las principales causas que explican esta retracción. A nivel nacional, tres factores lideran el ranking de dificultades: el mayor costo de la construcción, la baja demanda del mercado y la incertidumbre cambiaria.
En la Región Buenos Aires, los porcentajes fueron similares, aunque con matices. El 26% de los encuestados identificó el aumento en los costos como la principal barrera. El 15% mencionó la incertidumbre sobre el tipo de cambio, mientras que el 14% apuntó a la menor demanda. También se destacaron la escasa disponibilidad de financiamiento y la falta de mano de obra calificada, con un 8% cada uno.
Esta última problemática preocupa particularmente a los arquitectos. En su caso, la escasez de trabajadores especializados fue la segunda dificultad más mencionada. “Hay una fuga de oficios. Albañiles con experiencia se van a otros rubros o incluso a otros países buscando estabilidad. Se hace difícil armar equipos sólidos”, explicó Belmonte.
El dólar, la gran variable
En un contexto macroeconómico caracterizado por una inflación todavía elevada y un tipo de cambio que acumula tensiones, la construcción —altamente dolarizada en insumos— sufre las consecuencias. “Compramos hierro, cemento, cerámicos, y todo sube más rápido de lo que podemos ajustar presupuestos. Nadie quiere firmar un contrato de obra de largo plazo con esta volatilidad”, agregó Tevez.
Financiamiento: una herramienta cada vez menos accesible
Otro dato alarmante del estudio es que una parte considerable de los encuestados no accede a ninguna forma de financiamiento. El 30% se autofinancia, lo que refleja tanto la falta de crédito accesible como el riesgo asumido por quienes siguen activos. Además, un 24% declaró que directamente no utiliza ninguna herramienta financiera.
En un país donde las líneas de crédito para construcción escasean —y cuando existen, son en condiciones poco viables—, la ausencia de financiamiento atenta contra la posibilidad de planificar y ejecutar obras. “Los créditos UVA se volvieron impagables. Las líneas para desarrolladores tienen tasas prohibitivas. Y el leasing o el fideicomiso, que alguna vez fueron alternativas, hoy están casi paralizados”, sostuvo un analista del sector privado que prefirió no ser identificado.
El valor refugio de la construcción: una idea que persiste
A pesar del contexto, la percepción de la construcción como forma de ahorro sigue vigente. El 35% de los encuestados la consideró el “mejor método de ahorro”, un valor estratégico que mantiene al ladrillo como refugio en tiempos de incertidumbre. Esta visión se mantiene particularmente en sectores de ingresos medios y altos, donde el ahorro en moneda nacional pierde valor constantemente.
“Una familia que tiene algunos dólares ahorrados y puede construir su casa o un departamento para alquilar, lo sigue haciendo. Pero eso representa hoy una porción muy pequeña del mercado”, explicó un empresario de desarrollos inmobiliarios boutique de zona oeste.

Expectativas divididas: el norte aún brilla a la distancia
Frente a este panorama adverso, el estudio relevó también las expectativas para los próximos doce meses. A nivel nacional, el Indicador de Expectativas Construya (IEC) reflejó una visión mayormente optimista. Un porcentaje significativo de empresarios espera una mejora en su actividad en el próximo año.
Sin embargo, al desglosar por regiones, la lectura es más matizada. En la Región Buenos Aires, el 45% de los encuestados cree que su nivel de actividad aumentará, pero un 29% aún espera una caída. A nivel nacional, un 24% prevé una disminución en los próximos doce meses.
“Hay expectativas de que el segundo semestre traiga algo más de claridad en el escenario económico. Eso podría destrabar algunas inversiones postergadas. Pero si no hay señales concretas desde el Gobierno —como un plan de obra pública o créditos accesibles—, difícilmente haya una recuperación firme”, advirtió el economista especializado en construcción Martín López.
Una radiografía del momento
El informe del Grupo Construya ofrece, en suma, una radiografía precisa de un sector que combina retroceso real con una dosis de esperanza a futuro. La industria de la construcción, con su impacto multiplicador en empleo y consumo, enfrenta un momento bisagra. Dependerá de múltiples factores —políticos, financieros y sociales— que ese punto de inflexión se traduzca en recuperación y no en mayor parálisis.
Reacciones del sector: voces que alertan y propuestas
Frente a los resultados del estudio, diversas cámaras y asociaciones del sector manifestaron su preocupación. Desde la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO) sostuvieron en un comunicado que “es imperioso generar herramientas de incentivo que permitan reactivar la obra privada y sostener el empleo”.
Entre las propuestas, figuran:
- Reactivar líneas de crédito hipotecario con subsidio estatal.
- Reducir impuestos a la construcción en segmentos de vivienda social.
- Promover acuerdos entre privados para desarrollar fideicomisos de obra con mayor flexibilidad.
- Garantizar estabilidad en el acceso a insumos clave.
El rol del Estado: ¿ausente o en redefinición?
Otro elemento central que atraviesa al sector es la casi paralización de la obra pública en muchas provincias. Con un Gobierno nacional enfocado en el equilibrio fiscal, muchos programas de infraestructura quedaron detenidos o ralentizados.
“No pedimos que se vuelva a un modelo de gasto sin control, pero hay obras estratégicas que no pueden frenarse. Rutas, saneamiento, hospitales: eso genera empleo y mejora la vida de la gente”, expresó el presidente de la Cámara de Empresas Constructoras del Interior, en declaraciones a una radio cordobesa.

¿Qué se necesita para reactivar?
Especialistas coinciden en que la reactivación de la construcción requerirá al menos tres condiciones:
- Estabilidad macroeconómica, especialmente en precios y tipo de cambio.
- Acceso a financiamiento, tanto para particulares como para empresas.
- Un marco regulatorio y tributario claro, que incentive la inversión de largo plazo.
Además, desde el ámbito académico, se destaca la necesidad de formación y capacitación en oficios. “No hay recuperación posible si no hay mano de obra calificada para sostenerla. Necesitamos políticas de formación que preparen a jóvenes y adultos para los desafíos actuales del sector”, concluyó López.
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La construcción es mucho más que un indicador económico. Es una red que conecta a miles de trabajadores, empresas, proveedores y familias. El Estudio de Opinión Construya pone en números lo que muchas voces ya intuían: el sector está golpeado, pero no vencido. Entre la caída del presente y la esperanza del futuro, la industria espera señales que permitan pasar de la contracción al crecimiento. Y en esa transición, cada decisión política y económica puede marcar la diferencia.





