Desde octubre de 2023, los costos de la construcción acumulan un incremento del 126%. Este aumento sostenido genera preocupación en el sector, especialmente si se observa que los departamentos en pozo fueron los que mayor variación interanual mostraron en agosto, con un alza del 11,6%. Actualmente, el precio medio de estas unidades se ubica un 13,9% por encima del mínimo registrado en junio de 2023, lo que marca un cambio significativo en la dinámica del mercado inmobiliario y en la relación entre costo y precio final de las viviendas.
El análisis de la evolución de los índices de costos muestra dos escenarios complementarios. Por un lado, el índice de costos de la construcción a nivel nacional registró en julio de 2025 una suba del 1,6% respecto del mes anterior. Este incremento se explica por la combinación de tres factores: un aumento del 1,5% en materiales, un 1,7% en la mano de obra y otro 1,7% en gastos generales. La variación confirma una tendencia estable en el corto plazo, aunque acumulada en un contexto inflacionario más amplio.
Por otro lado, los datos correspondientes al índice específico muestran un aumento más moderado. En julio de 2025, el indicador marcó un alza mensual del 1,1%, con un acumulado del 10,1% en lo que va del año y un incremento interanual del 25,5%. Al desglosar los componentes, se observa que los materiales subieron un 0,9%, la mano de obra un 1,5% y los gastos generales un 0,6% durante ese mes. Esta información permite observar cómo los distintos componentes de la construcción avanzan a ritmos desiguales, con una presión particular en el factor laboral.
Materiales: el termómetro del costo
Uno de los puntos que más incide en la percepción del encarecimiento de la construcción es el precio de los materiales básicos. Los relevamientos de mercado reflejan que los insumos fundamentales para cualquier obra, desde la más pequeña hasta las de gran escala, muestran una tendencia alcista sostenida.
En el caso del cemento, insumo esencial para cualquier construcción, la bolsa de 50 kilos se ubica actualmente entre $10.400 y $11.950. Este rango de precios refleja tanto diferencias de marca como variaciones en los puntos de venta, pero en todos los casos supone un incremento relevante frente a meses anteriores.
La arena fina, otro componente básico, registra precios de $2.600 a $3.000 por bolsa de 30 kilos. Cuando se analiza su venta por metro cúbico, la arena alcanza valores que van de $39.732 a $44.000, lo que refleja cómo las compras a mayor escala también se vieron alcanzadas por la suba generalizada.
Los ladrillos comunes, imprescindibles para la construcción tradicional, muestran una dispersión marcada: el precio de 1.000 unidades se ubica entre $160.000 y $280.000, dependiendo de la calidad y el proveedor. Los ladrillos huecos portantes, más utilizados en viviendas modernas por su eficiencia estructural, tienen un valor de $14.000 cada 10 unidades.
Otro material de gran uso, la cal, registra valores que van de $7.500 a $10.000 por bolsa de 30 kilos, mientras que la piedra partida por metro cúbico en bolsón se encuentra entre $78.000 y $125.000. Estos precios confirman que incluso los insumos destinados a tareas de relleno o preparación de bases no escapan al encarecimiento.
En cuanto al hierro, fundamental en toda estructura de hormigón armado, una varilla de 8 milímetros por 12 metros se cotiza entre $10.557 y $11.000. Este insumo, directamente relacionado con la seguridad estructural de las obras, marca uno de los aumentos más sensibles por el impacto que tiene en construcciones de mediana y gran escala.
En revestimientos interiores, la placa de yeso estándar de 9,5 mm en medidas de 1,20 x 2,40 metros oscila entre $13.000 y $17.200, mostrando una diferencia significativa entre las opciones más económicas y las de mayor precio. Finalmente, los bloques de cemento, utilizados cada vez más como alternativa a los ladrillos tradicionales, se encuentran entre $1.300 y $2.300 por unidad, según calidad y proveedor.

La relación entre índices y precios al consumidor
La combinación de la evolución de los índices oficiales y el relevamiento de precios concretos de materiales permite trazar un panorama más completo del sector. Los incrementos acumulados del 126% desde octubre de 2023 no solo afectan a los grandes desarrolladores, sino también a particulares que buscan emprender proyectos pequeños, como la construcción de una vivienda o una remodelación.
La incidencia de los materiales es clara. El aumento en el cemento o la cal se traduce de inmediato en un mayor costo del metro cuadrado de construcción. Lo mismo ocurre con el hierro, cuya variación impacta directamente en las estructuras de hormigón. Y en el caso de los ladrillos, el salto en precios amplía las diferencias entre proyectos, ya que obliga a los constructores a evaluar alternativas o reducir volúmenes para ajustar costos.
El peso de la mano de obra, que registró subas superiores al 1,5% en los últimos meses medidos, también es un factor a considerar. La relación entre salario y productividad, sumada a la variación de los aportes sociales y las cargas laborales, presiona sobre el presupuesto total de cada obra.
En paralelo, los gastos generales muestran incrementos constantes, aunque más moderados en comparación con materiales y mano de obra. Este componente, que abarca desde seguros hasta servicios básicos asociados a las obras, mantiene una incidencia creciente a medida que se prolongan los plazos de construcción.

Impacto en el mercado inmobiliario
El aumento sostenido en los costos de construcción se traslada a los precios de las propiedades. Los departamentos en pozo, que ya mostraron una suba interanual del 11,6% en agosto, se convierten en el segmento más sensible. Quienes compran en esta modalidad suelen hacerlo como inversión o como alternativa para asegurar el acceso a la vivienda a mediano plazo. Sin embargo, el encarecimiento en la construcción se refleja directamente en el precio final que pagan los compradores.
La variación del 13,9% por encima del mínimo de junio de 2023 confirma una recuperación en los valores de mercado, impulsada no solo por la demanda, sino también por el aumento de los costos. De este modo, los proyectos que se financian con ventas en pozo trasladan a los consumidores el incremento en insumos y mano de obra, manteniendo la rentabilidad de las desarrolladoras, pero reduciendo la accesibilidad para los compradores finales.
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