En medio de un contexto económico marcado por la incertidumbre y la necesidad de adaptarse a nuevas realidades, el sector de la construcción en Argentina se encuentra atravesando un período de fuertes desafíos. La actividad, que tradicionalmente ha funcionado como uno de los motores más significativos de la economía nacional, se ve hoy condicionada por variables macroeconómicas complejas, donde la inflación, el valor del dólar, la demanda fluctuante y los costos de insumos impactan directamente en la viabilidad de cada proyecto.
Una reciente encuesta realizada entre empresarios del rubro reveló que el 69% de los consultados experimentó una disminución en su nivel de actividad con respecto al año pasado. Este dato, aunque alarmante, no sorprende si se considera el contexto general de contracción económica y ajuste fiscal. En este marco, muchos actores del sector se preguntan si es buen momento para comenzar una obra, y qué tan viable resulta planificar a mediano o largo plazo cuando los costos varían mes a mes.

El termómetro de los costos: el Índice del Costo de la Construcción
Para comprender con mayor claridad las condiciones del sector, es clave observar los indicadores oficiales que miden la evolución del costo de construir. El Instituto de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires (IECyBA) publica mensualmente el Índice del Costo de la Construcción (ICCBA), el cual mide las variaciones que experimenta el costo de la construcción privada de edificios destinados a viviendas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en los 24 partidos del conurbano bonaerense.
Según el último informe disponible, correspondiente al mes de abril de 2025, el ICCBA mostró una suba mensual del 0,5% y un incremento interanual del 43,1%. Este dato confirma una tendencia sostenida al alza, aunque por debajo de los niveles inflacionarios generales, lo que sugiere que los materiales y servicios vinculados a la obra no están exentos de la presión económica, pero evolucionan con dinámicas particulares.
El índice se construye en base a cuatro modelos representativos de vivienda y contempla tres grandes ítems: materiales, mano de obra y gastos generales. De estos, el componente más volátil y que más incide en la evolución del índice es la mano de obra, que registró una variación interanual del 72%, una cifra que supera ampliamente el promedio general y refleja los ajustes salariales negociados en un contexto de pérdida del poder adquisitivo.
Componentes que explican la suba en Argentina
Junto con la mano de obra, los gastos generales mostraron un crecimiento interanual del 50,2%, mientras que los materiales —más estables en comparación— aumentaron un 21%. No obstante, al observar la evolución mensual de los mismos, se evidencia que los materiales tuvieron una suba del 2,9% en abril, mientras que los gastos generales aumentaron 1,7% y la mano de obra registró una baja del 1,9%, algo poco frecuente en el comportamiento histórico del sector.
Esta caída puntual en los costos de la mano de obra podría explicarse por demoras en la aplicación de nuevos acuerdos paritarios o por ajustes en la cantidad de horas contratadas, dado que muchos desarrolladores se ven obligados a ralentizar sus obras ante la falta de previsibilidad económica.
En cuanto a los materiales que más aumentaron en el mes, se destacan las maderas en bruto y para techos y pisos con un 9,1% de incremento, seguidas por artefactos de iluminación y portero eléctrico (7,4%), electrobombas (6,9%), productos aislantes (5,7%), ascensores (5,6%), hierro para la construcción (5,1%), pisos de alfombra (4,6%) y aparatos de control eléctrico como tableros, interruptores y tomas (4,5%).
Precios de referencia: ¿cuánto cuesta construir hoy?
Para quienes buscan iniciar una obra nueva, una de las principales preocupaciones es el acceso a materiales esenciales y su evolución de precios. A continuación, se detallan algunos valores promedio del mercado al mes de abril de 2025:
- Bolsa de cemento 50 kg: $12.447
- Bolsa de arena fina 30 kg: $3.600
- 1000 ladrillos comunes: $20.599
- Bolsa de cal 30 kg: $21.362
- Piedra partida por m³: $119.999
- Arena por m³: $31.050
- Varilla de hierro 8 mm x 12 m: $50.400,81
- Ladrillo hueco portante: $13.000
- Placa de yeso Durlock estándar (9,5 mm): $13.200
- Bloque ladrillo de cemento (13x19x39 cm): $1.250

Estos precios pueden variar considerablemente de una región a otra, así como según la disponibilidad de stock o la logística de transporte. Además, factores como la estacionalidad influyen en la demanda: durante los meses de mayor actividad constructiva, algunos insumos —especialmente cemento, cal, arena y ladrillos— tienden a escasear o elevar sus precios, generando complicaciones en la cadena productiva.
Factores que presionan los precios en 2025
La inflación es, sin duda, uno de los principales factores que inciden en los costos del sector. En Argentina, donde las tasas de inflación anuales han superado en varios períodos los tres dígitos, resulta extremadamente complejo planificar presupuestos a mediano plazo. Esto obliga a muchos desarrolladores a establecer cláusulas de actualización o renegociación, tanto en contratos de compra de materiales como en la contratación de servicios.
Otro factor clave es la demanda. Durante los ciclos económicos expansivos, la construcción suele beneficiarse por el aumento del crédito y la inversión pública y privada. Sin embargo, en contextos de retracción o ajuste fiscal, la actividad cae, aunque paradójicamente algunos materiales pueden encarecerse por cuestiones de escasez, especulación o reducción de la producción.
La disponibilidad de materiales también cumple un rol crucial. Algunos productos, como determinados tipos de madera o artículos importados (ascensores, sistemas eléctricos complejos, artefactos de climatización), se ven afectados por restricciones cambiarias, trabas en la importación o demoras logísticas, lo que a su vez eleva los precios o genera incertidumbre en cuanto a los plazos de entrega.
¿Conviene construir en este contexto?
La gran pregunta para desarrolladores, arquitectos, inversores y pequeños propietarios es si resulta conveniente encarar una obra en el actual contexto. La respuesta, como suele ocurrir en la economía argentina, depende del perfil de riesgo de cada actor y del horizonte temporal del proyecto.
Desde el punto de vista de la inversión, muchos consideran que construir en pesos puede ser una manera de resguardar valor frente a la inflación, especialmente si se cuenta con ahorros disponibles. La capacidad de transformar liquidez en ladrillos sigue siendo vista por muchos como una de las formas más seguras de preservar el capital, incluso cuando el mercado inmobiliario se desacelera.
Por otro lado, quienes financian sus obras con créditos o ventas anticipadas enfrentan mayores riesgos, ya que la desactualización de precios puede generar pérdidas o conflictos con los compradores. En este punto, la transparencia y la flexibilidad contractual son fundamentales para evitar litigios o paralizaciones.
Nuevas estrategias del sector
Frente a este panorama, muchas empresas constructoras y desarrolladores han comenzado a implementar nuevas estrategias para mantenerse activos. Entre ellas, se destaca la diversificación de proveedores, el acopio anticipado de materiales, la inclusión de cláusulas de actualización en los contratos, y una mayor planificación financiera.
Asimismo, se observa un auge de modelos colaborativos, como los fideicomisos al costo, que permiten compartir riesgos entre varios actores, y el resurgimiento de proyectos de escala media o pequeña, más manejables en un contexto cambiante.
En términos de tecnología, también se acelera la adopción de herramientas de planificación y seguimiento digital, que permiten mejorar la eficiencia y reducir desperdicios. A su vez, la construcción modular y en seco, menos dependiente de insumos húmedos como cemento o arena, empieza a ganar terreno.
El futuro inmediato
Aunque el panorama es complejo, el sector de la construcción ha demostrado históricamente una gran capacidad de adaptación. La necesidad de vivienda, el déficit habitacional crónico y la búsqueda de refugio ante la inestabilidad financiera seguirán impulsando proyectos, aunque quizás con una lógica más cauta y ajustada.
A medida que el reacomodamiento económico avance, se espera que algunos indicadores comiencen a estabilizarse, ofreciendo mayor previsibilidad para quienes operan en el rubro. En este contexto, la articulación entre actores públicos y privados, el acceso al financiamiento y el desarrollo de políticas de incentivo serán claves para dinamizar nuevamente la actividad.
Mientras tanto, el presente exige prudencia, información precisa y una gestión estratégica de recursos. Construir hoy es posible, pero requiere más que nunca de una mirada profesional, flexible y consciente de las variables que atraviesan a uno de los sectores más vitales de la economía argentina.
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