El mercado hipotecario atraviesa un momento de marcada inestabilidad. La suba del dólar, el endurecimiento de la política monetaria y la incertidumbre electoral generan un escenario de alta volatilidad que impacta de lleno en la posibilidad de acceder a financiamiento. Los bancos, frente a un panorama incierto, casi no otorgan nuevas líneas de crédito, mientras que crece el número de operaciones postergadas o directamente canceladas.
Lo que parecía un leve repunte del crédito hipotecario durante el primer semestre del año se transformó en una pausa abrupta. En la actualidad, una de cada tres operaciones con financiamiento se posterga, al tiempo que las entidades financieras ralentizan la aprobación de nuevas carpetas y endurecen las condiciones para acceder a los préstamos.
Un mercado en “modo espera”
El cambio de ritmo en el financiamiento hipotecario es evidente. Se enfrían operaciones, se renegocian condiciones previamente pactadas y, en muchos casos, las firmas de escrituras deben ser reprogramadas. La incertidumbre domina un escenario en el que tanto compradores como vendedores se mueven con extrema cautela.
Los compradores que necesitan crédito se muestran más reticentes a avanzar con decisiones que implican compromisos financieros de largo plazo. Por su parte, los vendedores entienden que el contexto obliga a negociar con mayor flexibilidad, aunque también reconocen que las trabas al crédito reducen la base de potenciales interesados.
Las últimas semanas se han caracterizado por un clima de gran complejidad. Casos de compradores que estaban listos para firmar un acuerdo de crédito y que finalmente desistieron debido a la suba del dólar se multiplicaron, consolidando una tendencia en la que las operaciones que dependen de financiamiento se ven particularmente golpeadas.
La parálisis en los bancos
El sector financiero refleja el mismo escenario de contracción. Prácticamente no se están otorgando nuevas hipotecas. El ingreso de carpetas se frenó casi por completo y los bancos, atentos al incremento de los riesgos macroeconómicos, elevaron de manera significativa las tasas iniciales de otorgamiento.
El 90% de las entidades financieras duplicó la tasa que aplican al inicio de los préstamos, lo que redujo drásticamente la cantidad de tomadores potenciales. Esto se traduce en menos carpetas con crédito que en el primer semestre del año, con una caída abrupta del volumen de solicitudes.
Las políticas económicas vigentes hacen que los bancos cuenten con menos margen para prestar. Las mayores exigencias de encajes, sumadas a la necesidad de preservar liquidez frente a la volatilidad, derivan en una contracción del crédito hipotecario que deja a miles de familias sin acceso a financiamiento.

Escenarios restringidos y escasas alternativas
El acceso al crédito hipotecario se limita hoy casi exclusivamente a muy pocas alternativas. Lo poco que aparece en materia de préstamos está concentrado en líneas específicas, que no alcanzan para dinamizar el mercado en general. La demanda de propiedades vuelve a estar impulsada, principalmente, por compradores finales que no necesitan financiamiento y que se benefician de un contexto en el cual los precios de las propiedades resultan atractivos en comparación con otros activos.
Sin embargo, este grupo de compradores no logra compensar el vacío que deja la retracción del crédito. La falta de financiamiento restringe de manera considerable el universo de potenciales operaciones, y el mercado inmobiliario vuelve a depender de quienes disponen de liquidez propia.
El problema del tiempo y la devaluación del capital
Uno de los principales obstáculos que enfrenta hoy el crédito hipotecario es el tiempo que transcurre entre la aprobación de un préstamo y la entrega efectiva del dinero. Ese lapso suele oscilar entre dos y tres meses. En un contexto de inestabilidad cambiaria, ese período se convierte en un riesgo mayúsculo.
Si durante esos meses el dólar registra una suba significativa, el capital otorgado en pesos pierde valor de manera inmediata. A la hora de convertir esos fondos a moneda dura para concretar la operación, los compradores descubren que el poder de compra se redujo de manera considerable.
Esa dinámica genera que muchas operaciones terminen postergándose o, directamente, cayéndose. Las familias que esperaban contar con el crédito para completar la compra se encuentran con un monto insuficiente, y los vendedores se ven obligados a renegociar condiciones o a dar marcha atrás con acuerdos previamente pactados.
Impacto en la confianza del mercado
El mercado inmobiliario, de por sí sensible a los cambios macroeconómicos, atraviesa un período en el que la confianza se resquebraja. Los compradores temen quedar atrapados en operaciones que pueden perder sentido económico en cuestión de semanas. Los vendedores, en tanto, evalúan con mayor prudencia cada oferta que involucre financiamiento, sabiendo que la concreción de esas operaciones depende de variables externas incontrolables.
La confianza es un elemento central en cualquier transacción inmobiliaria. Cuando se pierde previsibilidad, los actores del mercado adoptan estrategias defensivas. Las decisiones se postergan, los tiempos se dilatan y los proyectos de compra o venta se frenan hasta que el panorama muestre señales más claras.
Un círculo de retroalimentación negativa
El freno en el crédito hipotecario genera un círculo vicioso que se retroalimenta. Al no otorgarse préstamos, se reduce la cantidad de compradores en condiciones de concretar operaciones. Esa caída de la demanda impacta en el volumen de transacciones, lo que, a su vez, genera un mercado más retraído y con menor dinamismo.
Al mismo tiempo, la percepción de riesgo creciente lleva a los bancos a ser aún más conservadores, restringiendo todavía más la oferta crediticia. El resultado es un estancamiento en el que tanto el sector inmobiliario como el financiero se ven afectados por una dinámica que no logra romperse.
La relación entre dólar y crédito hipotecario
La suba del dólar tiene un efecto directo en el crédito hipotecario. Como las operaciones inmobiliarias suelen pactarse en moneda dura, la volatilidad cambiaria altera los cálculos de compradores y vendedores. Un préstamo otorgado en pesos pierde poder de compra cada vez que la divisa se encarece.
Este desfasaje genera una tensión constante. Los compradores que necesitan crédito dependen de un flujo de dinero cuyo valor real puede desmoronarse en pocas semanas. Los vendedores, por su parte, enfrentan el dilema de aceptar pesos que pueden desvalorizarse rápidamente o exigir dólares que, en muchos casos, los bancos no están en condiciones de entregar.
Expectativas condicionadas por el calendario electoral
La proximidad de las elecciones agrega un condimento adicional de incertidumbre. En la medida en que se acerque la fecha, es probable que el mercado hipotecario se mantenga en pausa, con decisiones postergadas hasta que exista mayor claridad sobre el rumbo económico y político del país.
Los actores del sector reconocen que el calendario electoral influye de manera directa en la confianza y en las expectativas. Los compradores prefieren esperar a que el panorama se aclare antes de asumir compromisos de largo plazo. Los bancos, en tanto, extreman su prudencia para evitar riesgos innecesarios en un contexto cargado de volatilidad.
Consecuencias para el mercado inmobiliario
La retracción del crédito hipotecario no solo afecta a quienes buscan comprar una vivienda. También repercute en el mercado inmobiliario en su conjunto. Menos operaciones significan menos dinamismo, menor rotación de propiedades y, en muchos casos, precios que se mantienen estancados o con una baja actividad de cierre de ventas.
El segmento de propiedades financiadas, que en condiciones normales representa un motor importante de la demanda, se ve hoy prácticamente paralizado. Esto obliga a las inmobiliarias a centrar sus esfuerzos en compradores con liquidez propia, lo que reduce el universo de clientes y limita las posibilidades de crecimiento del sector.

El desafío de recuperar el crédito
El crédito hipotecario es un componente esencial para el desarrollo del mercado inmobiliario y para el acceso de las familias a la vivienda propia. Recuperar su dinamismo será un desafío central en los próximos meses.
Para que esto ocurra, será necesario un marco macroeconómico más estable, con un tipo de cambio previsible y con políticas monetarias que permitan a los bancos disponer de fondos para prestar. Sin estabilidad cambiaria y sin confianza en la evolución de la economía, las hipotecas difícilmente puedan volver a ocupar un rol relevante.
Tal vez te interese leer: https://construmis.com.ar/inversiones-inteligentes-auge-del-house-flipping/