Cuando se trata de decorar espacios reducidos, uno de los primeros consejos que suelen aparecer es: “pinta todo de blanco”. Pero aunque el blanco puede ser una gran herramienta para ganar luz y sensación de amplitud, no es el único recurso —ni el más efectivo en todos los casos— para hacer que un salón pequeño parezca más grande. De hecho, jugar con los colores y su ubicación estratégica puede tener un impacto visual mucho más potente.
La clave está en comprender que la percepción del espacio es una cuestión de perspectiva. Dependiendo de las proporciones del salón, de la altura del techo, la cantidad de luz natural o la distribución de los muebles, se puede intervenir con distintas combinaciones cromáticas para crear sensaciones de profundidad, amplitud o cohesión. A continuación, exploramos cómo aplicar el color de forma inteligente según la necesidad del ambiente.
Cuando el salón es alto pero angosto: bajar visualmente el techo para ganar anchura
No todos los salones pequeños son iguales. Algunos, aunque reducidos, cuentan con techos inusualmente altos, lo cual puede generar un efecto de «tubo» o desproporción. En estos casos, el objetivo no es hacer que el techo “desaparezca”, sino justamente traerlo visualmente hacia abajo para equilibrar el espacio.
Un recurso muy eficaz es pintar el techo con un color llamativo —puede ser un azul profundo, un terracota o incluso un verde oliva—, lo cual crea una sensación de acogimiento y reduce visualmente la altura. Este efecto puede potenciarse colocando elementos decorativos cerca del techo, como estanterías altas o molduras, que “rellenen” el vacío superior.
Además, si se complementa con un suelo de color saturado o una alfombra llamativa (por ejemplo, en tonos azulados), el salón ganará anchura. La coordinación entre el suelo y el techo rompe el efecto “túnel” y genera una sensación más armónica, haciendo que el espacio parezca más horizontal.
Si el objetivo es altura y anchura: aprovechar la luz natural y los suelos reflectantes
Cuando se cuenta con un salón pequeño pero bien iluminado, hay una gran oportunidad para maximizar el efecto de amplitud. En este tipo de ambientes, mantener las paredes en tonos neutros o blancos sigue siendo una buena estrategia, pero la verdadera clave está en el suelo.
Utilizar suelos brillantes o de colores claros —como un mosaico hidráulico en tonos azules o verdes, o incluso pintar el suelo de blanco o gris perla— hace que la luz se refleje más y las paredes parezcan alejarse. Esto genera una percepción de mayor altura y profundidad, sobre todo si se prescinde de muebles voluminosos o se opta por estanterías abiertas.
Para quienes no quieran cambiar el suelo por completo, existen soluciones más accesibles como alfombras grandes de tonos vibrantes, vinilos autoadhesivos o linóleos decorativos, que también cumplen la función de reflejar luz y ampliar visualmente el espacio.
Para ganar profundidad y anchura: destacar una pared con color
Otra estrategia infalible para salones pequeños es aplicar el recurso del muro de acento. Pintar una de las paredes —idealmente la central o de fondo— en un color sólido y brillante, mientras se mantienen el resto de las superficies neutras, permite crear un punto focal que añade profundidad visual y genera un efecto de “empuje” hacia los costados.
En este caso, colores como el verde hoja, azul petróleo, mostaza o incluso un rosa empolvado funcionan muy bien, especialmente si se combinan con mobiliario liviano y de líneas rectas. El secreto está en no sobrecargar el resto de la decoración y dejar que esa pared destaque sin competir con otros elementos.
Un ejemplo de esto puede verse en apartamentos modernos donde se integran escaleras u otros elementos arquitectónicos al mismo color del muro de acento, generando una continuidad visual que amplía la percepción espacial. El contraste con paredes claras y suelos neutros refuerza el efecto.
Más allá del color: consejos adicionales para ampliar un salón pequeño
Aunque el color es una herramienta fundamental, existen otros recursos complementarios que potencian la sensación de espacio en salones pequeños:
- Espejos estratégicos: colocados frente a ventanas o en zonas oscuras, duplican visualmente la habitación.
- Muebles bajos y multifunción: favorecen la circulación y liberan espacio visual.
- Cortinas ligeras y en el mismo tono de las paredes: evitan cortes visuales y mantienen la continuidad.
- Iluminación en capas: una combinación de luz general, puntual y decorativa mejora la percepción del volumen.
En definitiva, pintar un salón pequeño para que parezca más grande no implica limitarse al blanco. Al contrario, explorar otros colores y jugar con contrastes, texturas y proporciones puede dar lugar a ambientes no solo más amplios, sino también más cálidos, dinámicos y llenos de personalidad.
El color es una herramienta poderosa, accesible y transformadora. Solo hace falta observar el espacio con atención, entender qué necesita y atreverse a experimentar.
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