Impulso al mercado inmobiliario: el acuerdo con el FMI y un nuevo ciclo de crecimiento en Argentina

Luego de atravesar años marcados por la incertidumbre económica y la retracción del consumo, el mercado inmobiliario argentino empieza a mostrar señales concretas de recuperación. Varios indicadores apuntan a una tendencia alcista sostenida que podría consolidarse a lo largo de 2025, beneficiando tanto a los desarrolladores inmobiliarios como a las familias que buscan acceder a su primera vivienda. Esta reactivación está impulsada por una combinación de factores estructurales, medidas gubernamentales recientes y un entorno macroeconómico en transición que genera nuevas expectativas.

Uno de los principales motores de este repunte ha sido el regreso del crédito hipotecario. En los últimos meses, distintos bancos han relanzado líneas de financiamiento para la vivienda, facilitando el acceso a propiedades mediante cuotas fijas o ajustadas por inflación. Esta apertura del crédito ha tenido un impacto inmediato en la demanda, como lo evidencian las estadísticas recientes: según Reporte Inmobiliario, en diciembre de 2024 se registró un incremento del 68,1% en la cantidad de escrituras respecto del mismo mes del año anterior. El monto total de las transacciones alcanzó los 819.375 millones de pesos, lo que representa un crecimiento interanual del 250,8%.

Este escenario se da en un contexto de alta inflación en dólares, lo que ha llevado a muchos inversores y ahorristas a volcarse nuevamente al ladrillo como refugio de valor. Frente a la devaluación del peso y la pérdida de poder adquisitivo, los bienes raíces vuelven a posicionarse como una opción atractiva para preservar el capital, especialmente en zonas urbanas consolidadas como la Ciudad de Buenos Aires, Rosario, Córdoba y algunas áreas del conurbano bonaerense.

Impulso al mercado inmobiliario en Argentina.

Otro cambio relevante que favorece al sector es la derogación de la ley de alquileres. Esta medida trajo consigo una flexibilización de las condiciones contractuales, permitiendo que propietarios e inquilinos acuerden plazos y valores libremente. Como consecuencia, se registró un aumento en la rentabilidad de las propiedades en alquiler, sobre todo aquellas que comenzaron a pactarse en dólares. Este nuevo equilibrio incentivó a muchos propietarios a volver a volcar sus unidades al mercado, reduciendo la escasez y contribuyendo a dinamizar la oferta.

Por su parte, los desarrolladores enfrentan nuevos desafíos. El costo de la construcción se duplicó en los últimos dos años, pasando de 750 a 1.500 dólares el metro cuadrado. Este incremento responde principalmente a la inflación en pesos y a la relativa estabilidad del tipo de cambio oficial. Como resultado, muchos proyectos en desarrollo se vieron obligados a ajustar sus precios de venta, lo que modificó la dinámica de comercialización y obligó a repensar estrategias de financiación y captación de demanda.

En paralelo, el contexto político y económico general también empieza a jugar a favor. La posibilidad de un acuerdo firme con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sumado a signos de mayor disciplina fiscal y una inflación más contenida, está generando una sensación de mayor estabilidad. Si estas condiciones se mantienen, podrían consolidar un clima de confianza que incentive aún más la inversión, tanto por parte de desarrolladores locales como de capitales extranjeros.

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Además, el mercado inmobiliario argentino tiene un diferencial significativo: la fuerte circulación de dólares físicos en la economía doméstica. Esta particularidad facilita las transacciones, sobre todo en operaciones de compra-venta, y contribuye a reducir la dependencia de los créditos bancarios. La disponibilidad de esta moneda, en combinación con precios que todavía se consideran atractivos en comparación con otros mercados de la región, posiciona al país como un destino interesante para la inversión inmobiliaria.

Mercado inmobiliario en Argentina

No obstante, el panorama no está exento de desafíos. La reactivación todavía es incipiente y enfrenta riesgos vinculados a la volatilidad del contexto macroeconómico, las tensiones sociales, y la necesidad de generar condiciones sostenibles para el desarrollo urbano. A esto se suma la incertidumbre respecto al comportamiento futuro de la inflación y el dólar, variables clave para un sector tan sensible a los vaivenes económicos.

A pesar de estas limitaciones, las proyecciones para 2025 son alentadoras. El sector inmobiliario tiene el potencial de convertirse en uno de los motores clave de la economía nacional, no solo por su capacidad de generar empleo y dinamizar la construcción, sino también por el efecto multiplicador que produce en otras industrias relacionadas: desde materiales y servicios hasta el consumo de equipamiento para el hogar.

En definitiva, el mercado inmobiliario argentino está atravesando una etapa de transformación y reactivación, impulsada por nuevas condiciones de mercado, decisiones políticas estratégicas y un renovado interés por parte de los compradores. Si se logra consolidar un entorno de estabilidad económica y previsibilidad, el 2025 podría ser el año en que el ladrillo vuelva a ocupar un rol central en el desarrollo económico del país.

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