El Índice Construya registró una caída mensual del 12,1% en mayo, frenando la racha de crecimiento iniciada en febrero. Aunque la comparación interanual aún muestra números positivos, el sector convive con altos costos en dólares, una obra pública casi paralizada y una demanda privada que apenas logra sostenerse. La volatilidad económica, la incertidumbre cambiaria y la falta de reglas claras impiden consolidar una recuperación sostenida en el rubro.
La construcción, históricamente uno de los motores más dinámicos de la economía argentina, volvió a mostrar signos de debilidad en mayo. Tras tres meses consecutivos de recuperación en la demanda de insumos, el Índice Construya (IC) registró una caída del 12,1% mensual desestacionalizada en comparación con abril, lo que encendió las alarmas en un sector que viene transitando una etapa crítica, marcada por el freno de la obra pública, la suba de costos en dólares y una volatilidad estructural que le impide planificar a mediano o largo plazo.
El dato fue difundido por el Grupo Construya, una asociación que agrupa a algunas de las principales empresas proveedoras de materiales para la construcción privada del país, como Loma Negra, FV Grifería, CEFAS-El Milagro, Ferrum y Cerámica San Lorenzo, entre otras. El índice monitorea mensualmente los volúmenes vendidos de productos esenciales como cemento, cal, ladrillos cerámicos, acero, carpintería de aluminio, grifería, sanitarios, adhesivos, pinturas impermeabilizantes, pisos y revestimientos, entre otros.
Si bien la variación interanual muestra un crecimiento del 8,9% respecto de mayo de 2024, esa mejora responde a una base de comparación extremadamente baja. El año pasado fue, en palabras de los propios empresarios, “el peor ciclo desde la pandemia”, con desplomes históricos en todos los segmentos del mercado. De hecho, el acumulado de los primeros cinco meses de 2025 se ubica apenas 10,5% por encima del mismo período de 2024, lo cual no alcanza para compensar la profundidad de la crisis vivida en los últimos 18 meses.

Una recuperación volátil y condicionada
Los datos del IC revelan una dinámica errática en la demanda de insumos, que venía mostrando señales de mejoría con subas mensuales del 6,9%, 8,2% y 10,4% en febrero, marzo y abril, respectivamente. Sin embargo, el fuerte retroceso de mayo demuestra que la recuperación no está consolidada y que cualquier sobresalto macroeconómico puede hacer retroceder al sector varios casilleros.
“Estamos viendo un proceso de estabilización muy frágil, con altísima volatilidad en los despachos mensuales. Hay algunos sectores que empiezan a moverse, sobre todo en obras privadas chicas y refacciones, pero todavía estamos muy lejos de una recuperación genuina”, reconocieron desde el Grupo Construya. Y agregaron: “Si se sostiene el orden macroeconómico, podríamos empezar a ver señales más claras de reactivación en el segundo semestre, pero aún es muy prematuro”.
El impacto de la suba del costo de construcción en dólares
Uno de los factores que más preocupa a los desarrolladores y constructores es el fuerte aumento del costo de construcción medido en dólares, que limita la viabilidad de muchos proyectos. Desde la salida del cepo y el nuevo esquema de flotación cambiaria implementado en abril, el costo en dólares subió un 10,3% solo ese mes y acumula una escalada del 69% en lo que va del año.
Según datos privados, el valor por metro cuadrado vendible en la Ciudad de Buenos Aires se ubicó en mayo en torno a los USD 1.597, un récord que no se alcanzaba desde mediados de 2018, antes de la crisis cambiaria de ese año. Construir un edificio tipo de 1.000 m² cuesta hoy cerca de 1,26 millones de dólares, lo que deja fuera de juego a numerosos proyectos que no pueden convalidar ese precio en el mercado inmobiliario.
En términos nominales en pesos, el costo de construcción creció apenas un 1,49% en abril, por debajo de la inflación. Pero el tipo de cambio, que se apreció en términos reales, empujó fuertemente el costo en divisas, que es la referencia con la que se analizan la mayoría de las inversiones en el sector.
De hecho, los materiales aumentaron un 26% en lo que va de 2025, mientras que la mano de obra subió un 116%, impactada por las paritarias del sector. Este escenario, sumado a las dificultades para acceder al crédito y la falta de rentabilidad en muchos desarrollos, llevó a un estancamiento en la planificación de nuevas obras.

Cambios estructurales y una nueva lógica de mercado
La dinámica del mercado también está cambiando. Con la obra pública prácticamente paralizada, la única tracción que mantiene algo de actividad proviene del sector privado. Y dentro de este segmento, las obras medianas, pequeñas y las refacciones dominan el escenario. Así lo reflejó una encuesta realizada por el Grupo Construya entre arquitectos, ingenieros, desarrolladores y empresas constructoras, en la que el 69% reconoció caídas en el nivel de actividad durante el último año.
En este marco, los nuevos proyectos son analizados con lupa. “Hoy, nadie lanza un edificio sin tener vendida una buena parte de las unidades. Hay más cautela, más planificación y menos exposición al riesgo. El mercado está en modo defensivo”, describió un desarrollador de zona norte del Gran Buenos Aires.
A pesar de estas dificultades, se observa una leve mejora en las expectativas a futuro, sostenida en parte por el repunte del mercado inmobiliario y la reciente expansión del crédito hipotecario, que podría dinamizar la demanda si se consolida. En abril, por ejemplo, las escrituras de compraventa en CABA crecieron un 50,5% interanual y marcaron el mejor abril desde 2018. En la provincia de Buenos Aires, se registró la mayor cantidad de operaciones para ese mes en los últimos 25 años.
El freno de la obra pública y la búsqueda de alternativas
La situación se agrava si se tiene en cuenta la virtual paralización de la obra pública, una de las patas fundamentales de la actividad constructora en Argentina. El presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), Gustavo Weiss, reconoció esta semana que el nivel de actividad cayó un 35% entre junio de 2023 y el mismo mes de 2024, y que aún no hay señales claras de recuperación.
“La infraestructura debe ser una prioridad para el Estado. Sin inversión pública, el sector no puede sostenerse”, expresó Weiss durante la Convención Anual de Camarco, realizada en la Sociedad Rural. Allí también alertó sobre la deuda acumulada que el Estado mantiene con contratistas y proveedores, que en muchos casos paralizó por completo las obras en ejecución.
Según el dirigente, algunas provincias como Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza lograron mantener cierto nivel de actividad con fondos propios, lo mismo que algunos municipios grandes. Pero en líneas generales, la obra pública nacional está completamente frenada, lo que deja sin empleo a miles de trabajadores del sector.
Privatizaciones y concesiones: ¿una vía de escape?
Ante este panorama, desde Camarco ven con buenos ojos el avance del Gobierno en materia de concesiones y privatizaciones de infraestructura. Esta semana, el Ejecutivo anunció el llamado a licitación para dos tramos de corredores viales nacionales, que serían operados por empresas privadas a cambio de realizar inversiones y cobrar peajes.
La apuesta implica contratos de entre 20 y 30 años y una inversión inicial estimada en USD 100 millones solo en reparaciones, según explicó Weiss. La ecuación financiera dependerá de la tarifa máxima que fije el Estado y de si los oferentes logran financiación bancaria para cubrir los costos.
“El concepto es que el privado pone a punto el corredor, que hoy está en muy malas condiciones, y recupera su inversión a través del cobro del peaje. Si la cuenta cierra, las empresas se presentarán. Si no, no”, resumió el titular de Camarco.
También se analizan otros procesos de privatización, como el de Aysa, que implicaría vender el 51% de las acciones en licitación pública, el 39% en la Bolsa y dejar el 10% para los empleados. Y en tercer lugar, se baraja un esquema de concesión para las líneas ferroviarias de carga, divididas por segmentos.
No obstante, desde el sector constructor insisten en que este tipo de obras representan solo una parte limitada de la red vial y de infraestructura nacional. El 75% de las rutas, por ejemplo, no tiene suficiente tránsito para justificar el cobro de un peaje rentable. “En esos casos, el Estado o las provincias deben hacerse cargo, porque no hay una solución ‘vía usuario’”, aclaró Weiss.
Un mercado que aún espera señales claras
Pese a los esfuerzos por encontrar nuevas formas de financiamiento y sostenimiento del sector, la realidad muestra que la mayoría de los contratos de obra pública siguen paralizados, muchos con redeterminaciones de precios pendientes y deudas sin pagar desde 2023.
Además, la inversión privada en infraestructura enfrenta obstáculos estructurales. Como explicó Weiss, incluso en países con mercados de capitales desarrollados, el 85% de la inversión en infraestructura proviene del Estado y solo el 15% del sector privado. En Argentina, la falta de rentabilidad, estabilidad y seguridad jurídica aleja aún más esa posibilidad.
Finalmente, el blanqueo de capitales —una herramienta que en otras épocas fue útil para impulsar la construcción— aún no ha generado impacto. “Con este blanqueo no pasó nada. Sin reglamentación y sin incentivos, nadie va a sacar dólares del colchón”, concluyó Weiss.
El retroceso del Índice Construya en mayo pone en evidencia la fragilidad del momento que atraviesa el sector. Si bien la comparación interanual aún es positiva, se trata de un rebote técnico frente a un 2024 desastroso. Los costos en dólares, la falta de obra pública y la escasa rentabilidad de muchos proyectos configuran un escenario desafiante.

Aún quedan muchas incertidumbres por delante. La recuperación del sector dependerá, en buena medida, de la consolidación del orden macroeconómico, de la estabilidad cambiaria y de una política pública que reconozca el rol estratégico de la construcción como motor de empleo y desarrollo.
Mientras tanto, las empresas del sector navegan entre la prudencia, el ajuste y la búsqueda de nuevas oportunidades en un mercado que, por ahora, sigue esperando señales claras.
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